sábado, 11 de agosto de 2012

Anda despacio y disfruta el paisaje


La vida transcurre rápidamente, nuestro andar lo hacemos tan agitados que lo iniciamos a las carreras y terminamos agotados y agobiados y no hay tiempo para la contemplación del ambiente que nos rodea.

Seguimos una ruta definida para nuestros trayectos casa trabajo y rara vez, no salimos de las rutinas que sin planearlas se van estableciendo día con día en nuestra vida.

Estamos demasiados metidos en nuestras actividades laborales que incluso descuidamos nuestra relación familiar, nuestra pareja, hijos, padres.

También cuando salimos de vacaciones para descansar y que el cuerpo recobre energías, vamos a lugares donde nos llenamos de actividades y regresamos solo más quemados de la piel, alegres de haber estado en otro lugar pero nuestro cuerpo sigue cansado, por el corre y corre que hicimos en esos diás de descanso.

Analizando el pasado nuestros padres, abuelos fueron más listos que nosotros ya que se daban tiempo para que las tres comidas fueran familiares, se daban el tiempo de una siesta por la tarde y les gustaba platicar en una mecedora contemplando la calle del barrio donde vivían. E incluso sin faltar a las salidas dominicales toda la familia. Aclaro que a lo mejor esto no fue regla en todas las familias pero si en gran porcentaje de ellas.



Sabemos que el cambio es la única constante, sin embargo tenemos que tener momentos para nosotros, momentos para nuestro cuerpo y nuestra mente, momentos para sacudirnos esa loca carrera diaria que llevamos, momentos en que le demuestres a tu yo interior que lo amas, y que cuidas tu cuerpo.

Si te amas date un tiempo de relajación desconectado del ajetreo diario, quitate el traje de conejo y ponte el traje de tortuga.


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